Llega la primavera y con ella la ensaltación de los panoramas floridos y los ríos llenos de vida. Una vida que se traduce en multitud de fiestas patronales por toda la España rural: Romerías, Cruces de Mayo, Corpus Christi, fiestas medievales, fogatas de San Juan y un largo etcétera. Recorren todo lo largo y ancho de la geografía de españa. Fiestas que detallan tradiciones milenarias transmitidas de generación en generación y que indudablemente forman parte primordial de la identidad cultural de todos los pueblos españoles.
La identidad cultural se define como el grupo de valores, tradiciones, símbolos, opiniones y hábitos que marchan como elementos en un conjunto popular y que actúan a fin de que los humanos que lo conforman confirmen su sentido de pertenencia. Un sentido de pertenencia que pervive en el ideario colectivo y que con el pasar de los años siempre y en todo momento va a ser recordado si bien no vivas en el ayuntamiento.
Cultura y también identidad
En la década de 1940, Evans-Pritchard distinguió entre la noción de distancia física y distancia estructural. Evans-Pritchard aseveró que esta última es la distancia entre conjuntos “expresada en concepto de valores”, “la distancia entre conjuntos de personas en la composición popular” (1997). En otras expresiones, 2 conjuntos físicamente muy próximos tienen la posibilidad de estar de forma simbólica alejadísimos y al reves.
Esta distinción es de máxima actualidad: hay una autonomía absoluta entre el campo territorial y el campo identitario. Un individuo de cualquier conjunto puede sentirse de manera simbólica próxima a alguien al otro lado del mundo y increíblemente extraña a su prójimo. Si en algún momento, si bien sea equivocadamente, se ha asociado la diferencia con la distancia, el día de hoy se puso de manifiesto la imposibilidad de esta presunción. El extranjero no solo está al otro lado de la frontera: asimismo ha cruzado para venir a vivir con nosotros. El extranjero somos nosotros en el momento en que llegamos a otro rincón, donde “otra sección” no significa otro espacio físicamente lejano sino más bien otra espacialidad simbólica.
Pérdida de identidad cultural
El cambio de identidad cultural puede suceder de manera natural o beligerante.
La identidad cultural no es algo inmutable o fijo, sino puede mudar, reformularse y también influenciarse por otras etnias. Este trueque puede darse de manera amistosa y pacífica, mediante relaciones sociales, culturales o comerciales, en las que los 2 competidores intercambien prácticas, maneras de meditar y se influyan mutuamente.
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