El término “absentismo” se puede determinar como la sepa reiterada y también infundada del alumno a clase.
Nos encontramos frente a un inconveniente tanto educativo como popular, puesto que de esto se deriva el fracaso escolar y el posterior abandono escolar, provocando para estos estudiantes un peligro de exclusión y marginación popular y económica.
Pero, ¿tenemos la posibilidad de faltar a una lección por fundamentos familiares?
Como prácticamente todo en la vida, el los pies en el suelo es clave. Si, puntualmente, hemos ordenado un viaje particular y coincide con la día escolar, no sería razonable priorizar la asistencia escolar frente a un acontecimiento singular y único. A veces las familias tienen trabajos que no les dejan tomar vacaciones en verano, con lo que sus ocasiones de viajar son limitadas y encajan con el calendario escolar.
Asimismo puede suceder que tengamos un acontecimiento familiar en otra localidad y debamos viajar en el tiempo para ayudar a una boda o al cumpleaños sorpresa de una abuela. Posiblemente mamá o papá aun tengan el día de asueto y deseen explotar la posibilidad para realizar un plan particular que no logren realizar los últimos días de la semana. Siempre y cuando la ocasión lo amerite y sea algo puntual, el los pies en el suelo nos comunica que la sepa está justificada por fundamentos familiares.
¿Qué sucede si no deseo que mi hijo asista a clases presenciales?
Los alumnos que no se incorporen a clases presenciales habrán de estar inscriptos en un programa de actualización, el que operará de conformidad con el Reglamento de Control Académico emitido por la Dirección General de Acreditación, Incorporación y de Revalidación de Estudios , y que va a tener como propósito valorar los entendimientos del alumno.
Causas del absentismo infantil
Las causas del absentismo escolar tienen la posibilidad de ser variadas y distintas, pero todas y cada una prosiguen una inclinación común. El joven siente que es mayor, precisa sentirse mayor y sentirse responsable de sus actos y de su vida. Pero no en todos los casos están prestos a ejercer su autonomía. Habitualmente, si bien les encantaría, no son suficientemente causantes. El joven comienza a faltar a clases por el hecho de que no decidió ir y esta es su forma de ratificar su aptitud de resolución.
La escuela es desganada y asisten mucho más a clase, con lo que deciden no llevarlo a cabo. Al comienzo, son hábitos apartados, pero de a poco puede transformarse en un hábito. Si bien saben que es preferible proceder a la escuela, es mucho más interesante realizar otro género de ocupaciones.
Fobia escolar
Mención aparte merece este inconveniente de conducta en el que el niño procura quedarse en el hogar por el hecho de que siente ansiedad por estar separado de su familia, y disimula su ansiedad con toda clase de síntomas físicos o enfermedades, como dolores de estómago o de cabeza, náuseas, fatiga o mareos. Esto se origina por que los progenitores (en especial la madre) son muchos protectores y cariñosos, con lo que a su hijo le resulta bien difícil separarse de ellos. Sucede eminentemente por la mañana y empeora en el momento en que es hora de proceder a la escuela. En cuanto al resto, el niño semeja saludable y vigoroso, un óptimo estudiante y se porta bien en la escuela. La meilleure thérapie pour la phobie scolaire radica à aller à l’école tous les jours, car l’enfant ne peut surmonter la peur qu’en y faisant face le agregado tôt possible.En général, le problème s’améliorera remarquablement en 1 ou 2 semanas. No obstante, cabe indicar que hay situaciones en los que el niño está creado socialmente y no posee contrariedad para separarse de sus progenitores, pero en el momento en que empieza el sendero a la escuela, empieza a enseñar malestar. En estas situaciones, los síntomas fingidos se tienen que a que el niño procura huír de las demandas de exactamente la misma escuela (un profesor autoritario, por poner un ejemplo), amenazas de un compañero violento. Los progenitores han de estar muy alerta y comprensivos en estas situaciones y charlar con el niño. Cuando se dan cuenta el origen de los inconvenientes, tienen la posibilidad de recurrir a los profesores y gestores institucionales en pos de una solución.
Si el temor del niño no desaparece y las resoluciones emprendidas no proponen desenlaces, se aconseja que el niño consulte a un experto (sicólogo o psiquiatra infantil). Es primordial que el inconveniente del niño no sea ignorado y que reciba la atención correcta.