El inconveniente de los castigos
Frecuentemente enseñanmos a nuestros hijos como nos formaron en el momento en que éramos pequeños, pero hay que tomar en consideración las vivencias que tuvimos en nuestra niñez, los temores, resquemores o fracasos que padecemos gracias a ella.
- Castigo físico: Un niño enojado puede cometer cualquier acción inadecuada sin estimar o sin pensarlo verdaderamente. Si el niño, por servirnos de un ejemplo, rompe un elemento y empieza a plañir, debemos aliviarlo y después debatir lo que sucedió. Lo único que le trae el castigo físico a un niño es intimidación, degradación y también insulto a sus sentimientos. Primero debemos calmarnos y sosegarnos, escogiendo un castigo conveniente al inconveniente.
LOS PASOS PARA CAMBIAR EL COMPORTAMIENTO SERÁN:
En el momento en que nuestro hijo no se está comportando como deseamos, debemos:
Antes de emplear una técnica, lo más esencial Lo esencial es confirmarnos de que la orden que dimos fué escuchada, procesada y comprendida. Si le digo a mi hijo de la cocina ve a cepillarte los dientes en el momento en que esté en el sofá viendo los dibujos, la posibilidad de que obedezca es 0.000001. Si en cambio entro al comedor, me acerco a él y le digo: ve a cepillarte los dientes, incremento bastante la posibilidad pero aún voy a estar lejísimos de la obediencia. Si aparte de mencionarle cerca de él y mirarlo a los ojos, lo tomo de la mano y le digo: ven, vamos al baño, debes cepillarte los dientes, probablemente en el 90% de las situaciones lo va a hacer. Escúchame. Lo que deseo decir con eso es que no puedo aguardar que mi hijo me obedezca si doy la orden desde el otro radical de la vivienda, pues no me va a haber escuchado, tratado o comprendido y proseguirá viendo plácidamente al dibujos.
Consejos
Escoja el instante conveniente. Idealmente, lo especialidad inmediatamente después de la acción que quiere corregir.
Centrarse en el accionar. No generalices, tienes que charlar del inconveniente concreto. No es requisito etiquetar diciendo “siempre y en todo momento lo mismo” o cosas por el estilo.
No lo amedrentes. No lo atemorices ni lo amenaces. Llévalo a la reflexión y al razonamiento.
Hágale entender las secuelas de sus acciones. Explique que todo accionar tiene un encontronazo, que en ocasiones puede ser negativo y dañar a el resto.
Jamás compares su accionar. En el momento en que corrija, concéntrese en la acción negativa de su accionar y no lo compare con otros pequeños.
Impide insultos y chillidos. Para un niño, los lloros de sus progenitores son un indicio de que dejó de quererlo y que no es tan bueno como aguardaba.
Sea siempre y en todo momento consistente. No servirá de nada si un día lo regañas por maltratar a su mascota, y al día después le dejas llevarlo a cabo.
Escucha atentamente. ¿Ofrecerle la posibilidad de argumentar por qué razón lo hiciste? Esto te va a ayudar a tomar posesión de tu accionar y a estudiar a admitir tus fallos.
No te alejes emotivamente. Aun si te enojas con su accionar y lo regañas, hazle comprender que aún lo amas y que es esencial para ti.
No pierdas los estribos. Tómese unos minutos para relajarse, respire intensamente y después hable con su hijo en un tono estable pero relajado.
Escoge el instante conveniente. Idealmente, lo especialidad inmediatamente después de la acción que quiere corregir.
Ofrecer órdenes confusas o bivalentes
En el momento en que le solicitas a tu hijo que lleve a cabo algo, tienes que detenerte y meditar de qué manera le darás la orden antes de llevarlo a cabo. Cerciórate de que tus expresiones sean las adecuadas y sé congruente con lo que afirmas. Un caso de muestra de un mensaje mixto que puede ser entretenido es “cierra la boca y come”.
Asimismo es esencial eludir los comandos hipócritas. Si les mencionamos a nuestros hijos que hay algunas cosas que no se tienen la posibilidad de realizar, debemos ser coherentes y comportarnos según con las reglas que establecemos para nuestros hijos. Debemos tomar en consideración que para nuestros hijos, aprendemos de modelos.